Lucas Risoto, los sueños como expresión de la verdad. Introducción a la ...
En último lugar tenemos la concepción del sueño como una mera rapsodia vacía de imágenes.
“...tengo costumbre de dormir y de representarme en los sueños las mismas cosas, y a veces cosas
menos verosímiles, que esos insensatos cuando están despiertos... lo que acaece en los sueños no
me resulta tan claro y distinto como todo esto. Pero pensándolo mejor recuerdo haber sido engañado
mientras dormía por ilusiones semejantes” (Ibid, pp. 18). El absurdo de esta rapsodia sólo es
comparable al de la locura. Su poder de engañar reside en su capacidad de parecerse al mundo de la
vigilia. Los sueños son aquí lo absolutamente insignificante. Pero sólo será posible librarse de ellos
gracias a las matemáticas, la ciencia de la extensión y la magnitud. “Pues, duerma yo o esté
despierto, dos mas tres serán siempre cinco, y el cuadrado no tendrá más de cuatro lados” (Íbid,
pp. 19).
Descartes ha identificado aquí a las tres potencias de la Falsedad y el Error: la Imaginación, el
Sueño y la Locura. En el caso de la fenomenología de Husserl, gracias a la epojé, la puesta en
cuestión del mundo natural, se inhibe el juicio acerca de la realidad de algo. La conciencia se
desborda desde adentro abriendo el camino hacia otras experiencias en principio consideradas
extrañas, como las del psicótico. Posteriormente con la reducción eidética, resulta indiferente el
carácter ficticio o o real de algo para acceder a la esencia y la cuestión del conocimiento verdadero
ya no se plantea como “lo objetivo” que existiría como tal al margen del sujeto. En el caso de la
analítica existenciaria de Heidegger, su método es el de la fenomenología, pero ya no parte de la
conciencia, sino del Dasein que es también ser-en-el-mundo. Dasein es el término alemán para la
designación de la existencia y hace referencia al hecho de que la existencia se define sólo como
rebasamiento de la realidad en la dirección de la posibilidad y que este sobrepasamiento es
sobrepasamiento de algo, que siempre está aquí. La esencia del hombre es su existencia, no la
precede. Esto quiere decir que el hombre está referido siempre a sus posibilidades, es lo que se hace
de sí, según la libre elección de su proyecto. Pero estas posibilidades están enmarcadas en un mundo
de cosas y personas, el hombre está siempre en una situación y ésta constituye su mundo. Además
como veremos, el libre proyecto constituye su ser-en-el-mundo.
Hay que precisar aquí cuál es el concepto de libertad en las filosofías de la existencia. No se trata del
concepto intelectualista de libertad según el cual contra más se conoce lo bueno y lo verdadero tanto
más se tiende a él (“de conocer yo siempre con claridad lo que es bueno y verdadero, nunca me
tomaría el trabajo de deliberar acerca de mi elección o juicio y así sería por completo libre...” Íbid,
pp. 48-49). Tampoco es esa otra, tan presente en las tradiciones cristianas, según la cual el hombre
es libre sólo en la medida en que se oponga a sus apetitos, y contra más se ejercite en su virtud,
mayor libertad encontrará. Kierkegaard es el autor que ha planteado la libertad en su mayor
radicalidad. La libertad es el “sentimiento de lo posible”. “La prohibición divina inquieta a Adán
porque despierta en él la posibilidad de la libertad. Lo que se ofrecía a la inocencia como la nada de
la angustia ha entrado ahora en él y queda todavía aquí una nada: la angustiosa posibilidad de
poder. En cuanto a lo que puede él no tiene ninguna idea pues de lo contrario se presupondría lo que
sigue de ahí, esto es, la diferencia entre el bien y el mal” (Kierkegaard. El concepto de
angustia.Alianza) La seducción de la serpiente despierta la angustia de la libertad, la angustia de lo
posible. Solamente el seducido puede ingresar en el reino de la libertad y ésta implica siempre una
transgresión, un desbordamiento de lo que meramente es: la existencia.