“Es innegable que [el panteísmo] deja que junto a él se evoque el sentido fatalista, pero no lo es que esté unido a él esencialmente, lo que se hace evidente por el hecho de que muchos han sido empujados a aquel punto de vista a través del sentimiento más vivo de libertad. La mayoría, si fuésemos francos, habrían confesado que en función de sus ideas, la libertad individual les parece estar en contradicción con la mayoría de las propiedades de un ser supremo, por ejemplo todopoderoso. En virtud de la libertad es afirmado, tanto fuera como al lado de lo divino, el poder por principio incondicionado, lo que conforme a tal concepto es impensable. Como el sol en el firmamento apaga todo lo que es luminoso en el cielo, así también, y aún mucho más, el poder infinito hace lo propio con todo lo finito. La causalidad absoluta en Un Ser deja al resto sólo una pasividad incondicional. A lo que hay que añadir la dependencia de todo ser del mundo respecto de Dios, y que incluso su duración es sólo una constantemente renovada creación en la que el ser finito no es producido como una generalidad indeterminada, sino como  determinada, singular, con tales pensamientos concretos, aspiraciones y comportamientos, y no otros” SW I/VII, 339. estructura del coloquio (pinche sobre los nombres para ir al texto): 1. Comentario de Alejandro Rojas, con réplica de Gabriel Carpintero 2. Comentario de Rafael Reyna, con réplica de Paloma García, y de Alejandro Rojas 3. Comentario de Gabriel Carpintero, con réplica de Diego N. fabiano, y de Maria del Carmen Criado 4. Comentario de Jacobo, con répica de Alejandro Rojas.